La Desbandá

El día 8 de febrero de 1937, en su emisión radiofónica diaria, el general Queipo de Llano se refirió entusiasmado a “grandes masas de fugitivos que salían de Málaga para Motril, y la aviación salió para ayudarles a correr, lo que consiguió bombardeando las concentraciones de fugitivos e incendiando varios camiones”.

Entre los días 6, 7, y 8 de febrero de 1937, miles de refugiados, que se habían concentrado en Málaga huyendo de las tropas de Queipo, emprendieron una huida desesperada por la carretera de Málaga a Almería bajo las bombas de la aviación, los obuses de los cruceros Cervera y Baleares y ametrallados por las unidades italianas que los perseguían.

Un testigo de estos acontecimientos, el doctor Norman Bethune, que en esos momentos se encontraba en Valencia, se desplazó con su unidad de transfusión de sangre hasta Málaga para socorrer a la población   civil. Posteriormente escribió un relato que tituló “el crimen de la carretera de Málaga-Almería”. En el prólogo del relato dice “lo que quiero contaros es lo que yo mismo vi en esta marcha forzada, la más grande, la más horrible evacuación de una ciudad que hayan visto nuestros tiempos”. Fue el primer ataque de un ejército moderno a una población civil indefensa. Dos meses y medio más tarde bombardearían Guernica.

La huida por la carretera hasta Almería se convirtió en una enorme trampa donde se agolpaban familias enteras arrastrando sus escasas pertenencias que irían abandonando a lo largo de la marcha. Según el historiador Paul Preston, emprendieron la huida más de cien mil desplazados. Es imposible calcular el número de muertos, pero parece que fueron más de tres mil.

La Desbandá ha permanecido largamente callada, escondida tan solo en la memoria de quienes la padecieron. Desde el año 2005, las asociaciones memorialistas realizan durante los meses de enero y febrero diferentes actos para dar a conocer la magnitud de estos crímenes de lesa humanidad. Desde el 2017 se realiza la marcha integral que recorre las costas de Málaga, Granada y Almería.

Después de más de cuarenta y cinco años de la muerte del dictador, los restos del jefe militar que lideró este ataque, Queipo de Llano, el psicópata del sur, un asesino de masas, descansan, si es que pueden, en la Basílica de la Macarena de Sevilla.

(Texto reelaborado a partir del  testimonio de Adolfo Sánchez Vázquez, superviviente de la Desbandá 1937)

VERDAD, JUSTICIA, REPARACIÓN Y NO REPETICIÓN

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